DE ESTADOS, NACIONES, NACIONALISMO Y CIUDADANOS DEL MUNDO

Los conceptos Estado y Nación no son sinónimos. Los estados son realidades objetivas político-económicas que ejercen sobre un territorio. Las naciones son abstracciones subjetivas socio-culturales mayoritariamente sujetas a un territorio pero no siempre ni imprescindiblemente. Tenemos la nación gitana y otras donde las fronteras no se ejercen ni importan, lo que importa es el reconocerse y aceptarse entre ellos. Las naciones son emocionales, los estados son administrativos-prácticos. Por eso los estados tienden a atribuirse una realidad nacional para conseguir implicar las emociones y abducir a sus administrados, de manera que se sientan que traicionar al estado es traicionarse a si mismo. Evidentemente las naciones han tendido a establecerse como estado y por eso parece imposible separarlo. Pero hay gran diferencia, lo podemos resumir en ‘si lo pago es un estado, si lo siento es una nación’.

Algunos estados utilizan la palabra Patria para efectuar una influencia emocional sobre sus administrados como queriéndose diferenciar del concepto Nación. Sea porque existen realidades nacionales internas con las que se quiera distanciar, sea porque la derivada de Nación, nacionalismo, suena mal por la historia de mediados del siglo XX, sea por desconectar de otro tipo de sentimiento emocional nacional propio que se considera negativo; en definitiva, se pretende crear un sentimiento emocional de colectividad que no deja de ser otro sentimiento nacional y, por ende, nacionalista. Ahora hasta la que se dice llamar la verdadera izquierda usa el término ‘Patriotismo Constitucional’, la que ahora aplaude al Rey en el 2020. Recuerdo el ‘Todo por la Patria’ que rezaba en todo cuartel de la Guardia Civil y cuanto ha torturado y ejecutado en nombre de la Patria.

Ese ‘reconocerse y aceptarse’ colectivo es básico en el humano. Tenemos los humanos esa herramienta única y que consideramos la mejor maravilla del universo universal a la que le pusimos el nombre de cerebro. Resulta que nos resuelve infinidad de problemas que nos asegura la supervivencia como a nadie y nos aporta el dominio de la Naturaleza. Pero ese instrumento nos tortura a diario preguntándonos por ‘el ser’, ¿Quién soy? ¿Qué pinto en este mundo? ¿Para qué este mundo? Etc. Resulta que ese instrumento es mucho más limitado de lo que nos gusta creer, no nos explica la realidad completa, no nos puede dar toda la consciencia del ¿de qué va todo esto? O sea, la Teoría del Todo que tanta tinta ha gastado y la que gastará. Cuando nacemos lo primero que sentimos es miedo, lo segundo es la duda con su pregunta compuesta ¿qué hago aquí? ¿qué soy? ¿qué debo ser? ¿cómo debo ser? ¿cómo debo funcionar? (como no conocemos las palabras lo único que tenemos son las emociones con las que empezamos a construir los sentimientos). Así empezamos a construirnos, a través de nuestros padres, a través de nuestra familia extensa, a través del colectivo al que pertenecen nuestros familiares; esa colectividad que tiene una explicación relativamente completa de esas preguntas y que se creen a pies juntillas y que toman como verdad. Mientras creen que es ‘La Verdad’ es Religión, cuando ya se reconocen como otra más posible, pasamos a llamarle Cultura. Cultura y Nación van de la mano, la diferencia de una y otra es poca, la hay, pero nos pasaríamos horas discutiendo la diferencia según cada cual y según cada rama teórica o ‘ciencia’ la usa. Hay culturas nacionales, supranacionales, subnacionales, (mixtas de las dos como la de los rockeros por decir una), etc.

La adscripción nacional no es fácil de ser escogida ni, por lo tanto, de ser abandonada. Como un hombre (entendiéndolo en general como hetero) no puede ser feminista, así como así de la noche a la mañana porqué haya visto la luz después de un gran esfuerzo intelectual de entendimiento de sus razones, lo mismo ocurre con el sentimiento nacional. Son viajes interiores larguísimos, dignos de la Odisea de Ulises para llegar a Ítaca, o aun peor, nunca puedes estar seguro de haber llegado y ser un espejismo inventado de tu propio interés de llegar…..o de no haber salido apenas. Si es ya un viaje difícil para las propias mujeres, ¿cómo no lo va a ser para un hombre? Lo mismo, o aún peor, ocurre con el sentimiento nacional. Uno no puede considerarse ‘libre’ de él por ejercicio intelectual puro, de llegar simplemente a una conclusión. Uno primero debe posicionarse como un eterno sospechoso de ser machista o nacionalista, ponerse en cuarentena y luego establecer una eterna rutina de hacerse PCRs. Es agotador, cierto, pero así son los viajes y así debe ser si se quieren descubrir las maravillas.

Yo me considero ‘No nacionalista’, no digo ‘yo no soy nacionalista’ porqué primero me tengo que descubrir mi nacionalismo para ejercer el no nacionalismo, debo tenerlo muy presente, así como tampoco nunca ‘matarlo’, así no necesito el recuerdo de la vacuna para tenerlo presente y reconocer ‘el enemigo’. Hay que tener en cuenta que no puedes matar algo que forma parte de los cimientos de tu ser con el que has aprendido el mundo y quién eres. Como tampoco dejar de reconocerte tanto y tanto que acabes aceptando como propio el nacionalismo de otros creyendo que no lo es; porqué resulta que muy, muy pocos hacen el auténtico viaje de no ser nacionalista, muchos menos que el de ser feminista.

Estamos muy lejos, si existe, del sentimiento de pertenencia colectivo único, universal por decirlo de algún modo. Primero, porqué no podemos eliminar el propio. Segundo, porqué creyendo en un sentimiento colectivo universal (que no dejará nunca de ser un sentimiento nacional aunque sea único) lo más fácil es que proyectemos el propio (con demasiado pequeños matices) al resto de los humanos como ‘el sentimiento a seguir por todos’. Tercero, porqué así, lo que hacemos en el fondo es arrasar con la validez de los valores culturales de los demás al considerarlas cuestiones secundarias o folclóricas. ¡Vaya! Precisamente lo que atribuimos como lo más negativo del Nacionalismo.

Ser ‘No Nacionalista’ es un ejercicio de terrible humildad reconociendo el propio como uno más, desactivando en lo posible lo nocivo, admitiendo el de los demás, aprendiendo los valores de ellos reconociendo lo que carece el nuestro. Puede que así, sumando, ejerciendo esta humildad internacionalista se pueda crear un Pannacionalismo, que nunca dejará de ser nacionalismo porqué si no ya seriamos Dios, y nuestro cerebro lo sabría todo del mundo mundial y sin necesidad de explicarse nada, sin verdades por descubrir y consensuar con los demás humanos: Prefiero continuar siendo humano de limitado cerebro.

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